lunes, 21 de mayo de 2012

CAPITULO VEINTICINCO


Hacía tres días desde mi primera noche loca con Zayn, probablemente la mejor noche de mi vida, y había decidido venirse a vivir conmigo mientras estaba sola, ya que faltaba más de una semana para el regreso de Elvira, y Mamen no daba señales de vida. Llevaba cinco días sin llamar. Parecía que se había tomado muy en serio eso de desaparecer, y yo empezaba a preocuparme.
Por su parte Harry actuaba normal, había ido a disculparme por mi comportamiento, ya que fui un poco… borde. Pobre, él no me había hecho nada, tan solo era una víctima más de las locuras repentinas de Mamen. ¿Qué narices se le habría metido ahora en la cabeza?
Echaba de menos a Louis y Niall, hacía unos días que no los veía, así que decidí ir a verlos, a ver si encontraba tiempo.
Miré el móvil, tan sólo eran las 6 de la mañana. Me revolví en la cama, y encontré a Zayn, a mi lado. Me incorporé y le miré, dormía como un angelito, era tan adorable. Era uno de los momentos en los que me daba cuenta por qué lo quería tanto. Me abracé bien fuerte a él, y dejé que mi mente volviera a soñar.
Cuando volví a abrir los ojos, Zayn seguía exactamente en la misma postura en la que le dejé. Era un dormilón. Volví a mirar el móvil, esta vez eran ya las 9. Yo no podía dormir más, no era una persona que necesitara dormir mucho. Así que me estiré y me levanté lo más silenciosamente que pude.  Me puse una camiseta y fui al baño a lavarme la cara.
- Buenos días princesa.
Me sobresalté un poco, no me lo esperaba.
- ¡Anda! ¿Tú no estabas dormido?
- Sí, pero eres una ruidosa, y me has despertado, hay que ver…
- Joder, lo siento, Zayn, yo no quería…
- ¡Eh! ¡Que es broma!- dijo mientras se levantaba.- Me ha despertado ese maldito rayo de luz, que me daba directamente en los ojos.
- Da gracias a que hace sol.- le dije riendo.
Se acercó a mí y me besó.
- Sí, menos mal, porque hoy es un día especial.- me dijo con cara de bobo.
- Lo es.- sonreí.
- Hoy hacemos un mes.
Y acto seguido siguió besándome.
- Un mes aguantándote.- le dije riendo cuando se apartó de mí.- No sé ni cómo puedo.
- ¿Aguantándome?- puso cara de ofendido.
- Sí. Yo creo que solo sigo contigo por esa tableta que tienes, que sino…
- ¿Te refieres a esta tableta?- me cogió la mano y me la puso en su abdomen.
- A-a esa misma.- joder, vaya cuerpo tenía el tío.
- Pues voy a empezar a comer chocolate para que dejes de salir conmigo solo por mi tableta.
- ¡Noooooooooooooooooooo! Si yo te quiero por más cosas, hombre.
Empezamos a reírnos.
- Estás loca.
- No, tú me vuelves loca.- se acercó para besarme, pero yo me zafé de él, y me fui del cuarto riéndome.- ¡Oye!
- ¿Qué?- dije sin aguantar la risa.
- Que no me puedes dejar así, me debes un beso.
- Ya, ya.- le di un pico rápido.- Ya no te debo nada.
- ¿Cómo que no? ¿Qué clase beso es ese? ¿Eh?- preguntó, haciéndose el indignado.
- Es un beso, ¿no te ha gustado?
- Es que ha sido muy corto…- puso cara triste.
- Bueno… a ver si este te gusta más.
Le agarré del cuello y atraje sus labios a los míos, lentamente, haciéndole sufrir un poco. Cuando nuestros labios se rozaron, bajó sus brazos a mi cintura, y nos fundimos en un beso que parecía no tener fin.
- ¿Te gusta más este?- le pregunté entre beso y beso.
- Sí… te quiero.
Pero, como no, ahí estaba mi móvil, el rey de estropear todos mis momentos bonitos.
- Anda, voy yo.- se ofreció.
- Vale, y yo voy a ver que hay de comer. ¡Qué hambre!
Abrí el frigorífico. Había una caja de Donuts de chocolate. Ya teníamos desayuno.
- ¿Robert?- gritó Zayn.
Mis alarmas se encendieron. Peligro, peligro.
Zayn apareció por el salón.
- Zayn, cálmate.- le susurré, se había alterado.
- Escúchame, cabrón, deja a mi novia en paz, ¿te enteras? No quiero que la llames, no quiero que la veas, ¿está claro? La última vez que la viste se pasó llorando una hora, a saber que le harías, porque no me lo ha querido contar, ¿sabes?
- Quiero hablar con Paula.- oí a Robert al otro lado del teléfono.
- Y yo quiero 5 Ferraris, ¡no te jode!- Zayn colgó el teléfono.
- ¿Pero tú eres subnormal, o qué te pasa?- le dije.
- ¿Qué? Si este mamón llamaba para jodernos.
- ¡¿Tú qué sabes para qué llamaba?! ¡Ni si quiera les has dejado hablar!
- Paula, ¿te estás oyendo? ¿Quieres que te recuerde cómo te recogí la última vez que le viste?
- No, no me lo recuerdes, que lo sé perfectamente. ¿Y si llamaba para disculparse? Dame el móvil.
- Toma el puto móvil. Eres jodidamente buena Paula, y te van a hacer mucho daño como sigas así.
- De momento me va bien.
- Anda, llámalo, que me tiene intrigado, ¿qué querrá?- dijo irónicamente.
- A veces te pones insoportable, Zayn.
- Es que ese tío me jode mucho. Me pone nervioso.
- ¿Quieres relajarte? No pasa nada.
- Me calmo. Pero como te diga algo raro, es que…
- Zayn, que vale. Dame un beso, anda.
Me besó rápidamente. Yo fui al sofá y le di al botón de llamada.
- Paula.- dijo rápidamente Robert.
- Hola.- contesté seria. Vale, quería perdonarle, pero tampoco era fácil de olvidar las cosas que me había dicho.
- ¿Cómo estás?- me preguntó.
- Bien, ¿tú?
- Echándote de menos.
Ese tipo de cosas me agotaban la poca paciencia que tenía. Viniendo de él… en fin.
- Robert, ¿por qué me llamas? ¿Qué quieres? ¿Por qué llamas dos semanas después?
- Llamo en son de paz.- esperó a que contestara, pero no lo hice.- Escucha, Paula, quiero hablar contigo.
- Bien, por eso me has llamado.
- Eh… quería decir… bueno, en persona.
- Ah.- me limité a decir.
- ¿Puedo verte hoy?
- No sé si es una buena idea, Robert.- Zayn querría pasar el día conmigo.
- ¿Por qué? Solo van a ser 5 minutos, te lo prometo. Puedo ir a tu casa, así no te tienes ni que mover.
- A mi portal, mejor. Y serán solo 5 minutos, ni uno más, ni uno menos.- miré a Zayn. Estaba en la cocina con los cascos puestos. No querría escuchar la conversación.
- Con eso me vale.
- Vale, pues hasta luego.
- Adiós, un beso.
Colgué.
En ese mismo momento me arrepentí de haber quedado con él. No quería verlo. Quería olvidarlo. ¿Olvidarlo? No había nada que olvidar. Robert era tan solo un amigo. Solo eso.
- ¿Qué te ha dicho ese payaso?
Estaba tan absorta en mis pensamientos, que me sobresalté cuando Zayn me preguntó eso.
- Eh… quiere verme hoy.
- ¿Le habrás dicho que no, no?
No contesté, sabía que se pondría así.
- ¿No?- insistió.
- No, Zayn, no. Le he dicho que sí. Tan solo van a ser 5 minutos, no creo que pase nada.
- ¡Venga ya, Paula! No me lo creo.
- Lo siento. Ya sé que es un día importante, pero tengo que arreglar las cosas con él.
- ¿Y no puedes arreglarlas otro día?
- No. Cuanto antes, mejor.
- Joder, Paula.
- Zayn.- le dije.
- ¿Qué?
- No puedes ser tan celoso.
- ¡No lo soy! Pero ese tío te ha hecho daño, y paso de que te lo vuelva a hacer.
- No creo que me lo haga, no se lo voy a permitir.
- Eso espero.
Me limité a quedarme en silencio.
- Paula.
- Dime.
- ¿Me quieres?- su cara era seria.
Esa pregunta me cogió de sorpresa. ¿Acaso no lo sabía aún?
- ¿A qué viene eso, Zayn?
- No sé…- parecía preocupado.
- ¿Cómo no te voy a querer? Eres lo mejor que tengo. Deberías saberlo ya.
- Si en verdad sí lo sé, pero…
- No, Zayn, no quiero peros. Te quiero. Te quiero, no hay más.- me senté en sus rodillas.
- Nena, no quiero perderte.
- No me vas a perder. De verdad, Zayn, no sé que tienes en la cabeza que te hace pensar eso.
- Prométeme que no vas a hacer nada raro con Robert.
- Zayn, no tengo ni que hacerlo. Te he dicho que van a ser 5 minutos.
- Prométemelo.
- Zayn…
- ¡Prométemelo!
- Está bien, te lo prometo. ¿Contento?
- Sí.- contestó con una amplia sonrisa.
- Jajajaja eres de lo que no hay.
- Soy especial.
- Lo eres.- dije, y entonces le besé.
Hice tiempo mientras esperaba a que Robert me llamara. Estuve con Zayn haciendo el tonto por la casa.
De repente, sonó el telefonillo.
Bajé al portal, y ahí estaba Robert, sentado en las escaleras esperándome. Estaba jodidamente guapo, más que la última vez que le vi. Y no, eso no me gustaba nada.
- Hola.- le saludé seca.
Se giró, se levantó y me miró de arriba abajo.
- Hola.- se acercó para darme dos besos, pero yo me aparté levemente.- Bien… veo que estás bastante enfadada.
- ¿Qué quieres Robert? Tengo cosas que hacer.
- ¿Por qué hoy es tan importante?
Dudé en si decírselo o no.
- Hoy hago un mes con Zayn y quiero estar con él.
- Así que es eso… ahora lo entiendo.
- Déjate de rollos, en serio, y dime ya lo que sea.
- Quería pedirte perdón por mi comportamiento inmaduro del otro día… no era mi intención ser tan gilipollas, pero creo que, no sé, no te imaginaba saliendo con él. Bueno, para serte sincero no te imagino ni con Zayn, ni con nadie. A no ser que ese alguien sea yo.
Abrí los ojos como platos, ¿en serio me estaba diciendo eso? No creía que a Robert le gustara, siempre que habíamos quedado me hablaba de una tal Sam o algo así, y le había aconsejado qué hacer con ella y todo eso.
- ¿Qué quieres decir, Robert?- le dije con voz temblorosa.
Vaciló un poco antes de contestar.
- Que desde ese mismo día que te vi a los pies del Big Ben, con tu cámara colgada al cuello, tu bloc de notas para apuntar en la mano, tus gafas marrones, y tu cara de española con expresión perdida, desde ese mismo día, no he dejado de pensar en ti.
- Robert, yo… no sé…
- No tienes que decir nada.- me cortó.- Sé que tú no sientes lo mismo.
Se dio la vuelta y se sentó en un poyete de la calle. Le seguí y me senté a su lado.
- Lo siento.- susurré. Todo sentimiento de odio que pudiera haber sentido hacia Robert había desaparecido.
- No, no lo sientas. Lo entiendo. Él es guapo, alto, rico, famoso… lo tiene todo. Yo tan solo soy un estudiante que se gana la vida trabajando media jornada en un restaurante más de Londres.
- Te equivocas, y por partida doble.
- ¿Qué?
- Todas las cosas que has dicho de Zayn son cosas sin importancia, lo que verdaderamente me enamoró de él no es ni su físico, ni lo famoso que es, ni nada de eso. Él es un chico genial, y el interior es lo que me importa. Los dos sois geniales, y tú no eres ningún don nadie a quien nadie le importa, yo creo que vales mucho.
- ¿En serio?- preguntó esperanzado.
- Claro. En verdad te pareces a Zayn y todo.- contesté con una sonrisa.
No debería haber dicho eso. Pareció como si se le viniera el mundo encima.
- Y si me parezco a él, ¿por qué no te has enamorado de mí?
- Eso son cosas distintas, Robert.
- ¿Por qué? Podrías haberlo hecho perfectamente.
- Podría, no lo sé. Pero el destino puso en mi camino a Zayn. ¿Quién sabe que hubiera pasado si no lo hubiera conocido? Pero las cosas han pasado como han pasado.
- ¿De verdad lo quieres tanto?- preguntó extrañado.
- Sí, mucho.
- Y a mí, ¿no me quieres?
- Robert…
- Esas cosas se saben, Paula. Yo sé que me quieres, pero lo niegas. Lo niegas porque sabes que no puedo gustarte.
- Piensa lo que quieras, eres libre.- miré el reloj.- Me voy, se me hace tarde.
Me levanté, pero él hizo lo mismo y, tirándome de la mano, me obligó a dar la vuelta.
- Mírame, mírame a los ojos y dime que no me quieres.
Alcé la vista y me topé con sus ojos verdes. Había olvidado lo preciosos que eran, me perdí en su profunda mirada. Tanto, que cuando me di cuenta casi tenía sus labios en los míos.
- ¿¿Qué haces??- grité. La gente que pasaba por la calle en ese momento me miró.
- Quiero besarte.- dijo tranquilamente.
- ¡¡No!! ¿No te has enterado todavía de que tengo novio? ¿No, verdad?
- Paula, ¿en serio?- se rió.
Lo miré, incrédula.
- ¿De qué te ríes?
- De que me parece increíble que todavía no admitas que te gusto. Venga, anda, dilo.
- Robert, no. No me gustas.
- No me lo creo. No me has mirado a los ojos y me lo has dicho.
- ¿Es necesario?
- Sí.
- Está bien.
Le miré, pero no fui capaz de decírselo. ¡Mierda! ¿En serio me gustaba Robert? Había sido un cabrón, pero aún así…
- ¿Paula?
- ¿Qué?
- ¿Has visto? No puedes decírmelo, sabes lo que significa, ¿no?
- Sí, lo sé.
Me dirigí a paso apresurado hacia el portal. Abrí la puerta.
- ¡Nena!- me llamó.
- No me llames nena.- le dije seria.
- Vale, ¡tranquila! ¿Cuándo piensas hablar de esto?
- No lo sé. Y quita esa sonrisa de satisfacción de la cara.
- Has reconocido que te gusto.
- No lo he hecho.
- Bueno, como quieras.- se acercó a mí y me besó en la mejilla.- Sube rápido, anda, que seguro que tu novio te está esperando impaciente arriba.
Y acto seguido se marchó con una amplia sonrisa en la cara.
Yo me quedé ahí, detrás de la puerta, pensando en lo que había pasado ahí fuera.
¿Era posible que me gustara Robert? ¿Por qué? Había sido un cabrón, pero, ¿aún así? Mira que a veces las tías somos masoquistas… y yono era una excepción.
Tenía claro que estaba enamorada de Zayn, pero, ¿acaso había una mínima parte en mi corazón en la que cupiera otra persona? Y en ese caso, ¿esa persona sería Robert? Estaba hecha un lío. Y me sentía como una mierda, ¿estaba dudando de mis sentimientos por Zayn? Argh, quería gritar, gritar y evadirme del mundo. Esconderme en el recoveco más alejado de la Tierra y quedarme allí.
Pero había que volver a la realidad. Tenía esa cenita romántica con Zayn, la que llevábamos preparando días, y no podía defraudarlo. Así que me tragué todas mis penas y subí a la casa.
- ¿Qué tal te ha ido con ‘ese’?- no me gustó su tono.
- Bien, pero paso de él,-mentí.- así que alegra esa cara que esta noche es importante.
- Bien.
La tarde se pasó rápida, sería por la depresión que tenía encima. Cuando llegó el momento me duché y me puse ese precioso vestido negro ceñido que me había comprado para la ocasión, y mis tacones rosas preferidos. Zayn iba guapísimo, se había puesto unos pantalones blanco roto y una americana azul. Íbamos de punta en blanco.
Salimos para el restaurante, aquel que tanto me gustaba, en frente del Big Ben, uno de los más caros de la cuidad. El chico de la entrada nos guió hasta nuestra mesa, una en la parte derecha de la sala. Era un restaurante precioso, muy bien iluminado, y con una ambientación en el siglo pasado.
- ¿Qué van a querer los señores?
- Yo quiero lo que él quiera.- dije, y le guiñé el ojo a Zayn.
- Te vas a enterar… pues dos langostas.
- Así que dos langostas…- dijo el camarero mientras apuntaba.- Pues muy bien, enseguida las traigo.
- Muchas gracias.- le contestó Zayn.
- ¡Me encanta este restaurante, Zayn! Es… increíble. Mira toda esa gente.- le dije mientras me acercaba a él.- Se nota que son de la alta sociedad, ¿verdad? ¡Mira que peinados!
Zayn me miró cariñoso.
- Jajajaja sí.
- Eres el mejor trayéndome aquí, ¿lo sabías?
- Soy el mejor porque tengo a mi lado a la mejor.
- Te quiero.
Pasado un rato trajeron las langostas. Estaban deliciosas. Mientras comíamos charlábamos y observábamos a la gente que entraba y salía. Me hacía mucha gracia, la mayoría eran los típicos ingleses estirados.
Se oyó como un alboroto en la puerta del restaurante.
- ¿Qué pasará?- le pregunté a Zayn.
- Ni idea. Bueno, ya nos enteraremos.- contestó Zayn mientras seguía comiendo.
El alboroto seguía. Y, de repente, apareció un chico por la puerta de la sala. Se me cayó el mundo al suelo, no podía creérmelo. Mi corazón iba a mil por hora en ese momento. No sabía donde meterme, solo quería cerrar los ojos y que todo aquello fuera un sueño. Volverlos a abrir y encontrarme delante a Zayn, y a nadie más. Pero eso no era lo que realmente estaba pasando.
El chico se acercó a mí. Hasta que llegó a mi mesa.
- ¿Qué haces aquí, Edu?

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